Jorge Oswaldo Martínez
Una crítica constructiva a Nayib Bukele
(La primera impresión que tuve de Bukele, luego de haberse convertido en una figura carismática de la política internacional, fue el equivalente de ver a Pavarotti ofrecer un concierto al aire libre entonando sus mejores Arias. Esa fue mi primera impresión. Porque un cantante de ópera de la importancia de Pavarotti sólo puede producir, en el mejor de los casos, una fascinación plena de sentimientos, donde no cabe, créanmelo, la inteligencia artificial)
I
Trescientos años de virreinato y doscientos años de independencia nos han triturado hasta la médula; nos han hecho trizas, por decir lo menos. El hombre se libera y se esclaviza a la vez, en todo tiempo, en toda época. La historia “siempre” se repite, ya sea bajo una nueva modalidad u otra; aunque al final de los días todo en esta vida se reduce a formas y contenidos, narrativas, mitos y realidades. De ahí también el refrán popular: No hay nada nuevo en este mundo bajo el Sol. Por eso es importante destacar que sólo aquellos individuos que se dedican (o consagran su tiempo) a las ciencias de la historia, en todas sus modalidades, son capaces de entrever lo falso de lo verdadero, pero también por ello mismo pueden falsear la verdad de acuerdo a las circunstancias, sobre todo en estos tiempos de pos verdad. En consecuencia, la historia nos va desvelando los hitos de los tiempos pretéritos hasta llegar al presente reciente de nuestras realidades, con la intencionalidad de poder entender mejor el proceso de historicidad de toda civilización pasada, presente y futura, de modo que podamos imaginar y construir un futuro más idóneo y seguro para la existencia humana, en toda su esencia, en este planeta tan convulsivo y catastrófico, pero también lleno de misterios y maravillas, como las pirámides de Egipto, que hasta ahora siguen intrigando al hombre actual. El tiempo de las edades va cambiando según el rol de cada generación. En Occidente, por ejemplo, se habla de un tiempo, de una cultura y una civilización judeo-cristiana, por eso en los libros de texto de historia se habla de un “antes de Cristo” y un “después de Cristo”. ¿Qué entendemos por ello? En este sentido podemos decir, sin temor a equivocarnos, que hay seres que aparecen en el “horizonte fenomenológico existencial” de nuestras vidas y de los pueblos y civilizaciones para servir justamente de agentes de cambio. Cuando decimos cambio, la verdad de lo cierto es que no todo está direccionado hacia el bien, pues las cosas pueden también salir mal en relación a las dinámicas de los contextos de cada nación, de cada época y de cada proceso evolutivo o regresivo en los seres humanos. De ahí que la razón, la inteligencia, la intuición, la Fe religiosa, y sobre todo la locura, nos pueden empujar a guerras y conflictos de todo tipo, hasta llegar al genocidio parcial o total de nuestra propia especie. Lo importante aquí es dejar claro que cuando decimos historia decimos hombre, ser humano (homo sapiens).
II
Por qué deberíamos de empeñarnos en hablar de historia, ese es el otro punto. Tampoco hay que tener doctorados y pos doctorados para hablar de historia. La historia está en todas partes, en los museos, en los murales de los centros urbanos, en los libros, en las escuelas, en los medios de comunicación masivos, en los archivos nacionales, etc. La primera vez que llegué a New York me encontré, en una colección de libros, en el lugar donde me hospedaba, un mastodonte de libro enciclopédico que versaba sobre La Bomba Atómica, y en México, en casa de un amigo, se podía ver, entre muchos otros libros, una colección, de igual envergadura enciclopédica, sobre la segunda guerra mundial y el tercer Reich. También hay obras que tratan temas sociales, económicos, políticos, filosóficos, y demás, pero todas estas disciplinas pasan por los filtros de la historia. Uno de los primeros libros (sino el primero) que leí, ya con los pies en suelo mexicano, fue La ciudad y los perros de Mario Vargas-Llosa, y al correr de los años me topé con Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano. El primero fue vetado por la revolución cubana, mientras que el segundo fue adoptado por el régimen castrista como instrumento de propaganda para justificar la revolución. Esa es la verdadera y triste historia, o al menos esto es lo que Guillermo Gullo argumenta en su atrevida trilogía de: Madre Patria, Nada por lo que pedir perdón y Lo que América le debe a España. No he leído ninguna de las tres obras, pero gracias a Internet he escuchado los audiolibros de las dos primeras, y hasta hoy sólo he podido asistir a algunas entrevistas, en línea, por parte de su autor sobre el tercer libro, y que juntas -las tres obras- le están dando la vuelta al mundo por medio de los canales de Youtube, además de las conferencias que se suceden en el tiempo y en los distintos espacios en que se mueve el Maestro Gullo, y cuyas tesis están adquiriendo mucha aceptación en España, mas no en Hispano América, por eso de las leyendas negras que han sido mantenidas celosamente vivas por las fuerzas dominantes de las izquierdas y las derechas, conservadores y liberales, en el continente americano. Muchos opinan, entre los críticos más avezados, que hablar de estas dos fuerzas ideológicas es hoy en día un anatema, algo desfasado en el tiempo con características de fosilización, un oxímoron, un absurdo total. En un punto de esta empresa literaria veremos si esto es cierto. Pero de nuevo, sea cual sea el caso, la historia no es un fenómeno circular como antes nos quisieron hacer creer, si no que, al contrario, ésta se va desplegando en forma de espiral conforme pasa el tiempo, fase tras fase, era tras era, y sus causas y sus efectos van produciendo azares y aciertos que se manifiestan en lo concreto, en lo tangible, empujados por las fuerzas motrices de nuestras posibilidades, probabilidades, caprichos, y enajenaciones, a no ser que todo se lo dejemos al destino y, o peor, a los dictadores de turno, cuyos “pueblos iluminados” terminan por convencerse de que Dios todo lo proveerá. La historia es nuestro legado, no puede ser de otra forma. Sin historia, el hombre se convierte en una mera larva, una simple bacteria; una amiba unicelular sin habilidad de expansión.
III
El rol del hombre en la historia del mundo, en relación a nuestro planeta, se reduce a dos conceptos bien definidos: Paideia y Poiesis. Veamos por qué. Es decir, porque el hombre ha sido creado y provisto de un cerebro con el cual funciona para bien o para mal, es que el ser humano se mueve con una mente bien definida en pensamiento y acción. El hombre no sólo puede ser acción o pensamiento, en el mejor de los casos debería ser un combinado de los dos (una combinación perfecta, con una inclinación hacía el bien). El ideal de los griegos (de donde proviene la cuna del pensamiento occidental) se fue desarrollando a través de la cultura junto a la “politeia” y la “téchne” para luego terminar en fiasco civilizatorio, como lo mismo que les acaeció a los demás imperios antes y después de Grecia, y así sucesivamente. Tras su decadencia surgió la cultura greco-latina o greco-romana (como se le quiera llamar), a la vez que se fueron formando e imponiendo nuevas formas de conquistar y controlar el mundo por entonces conocido; sólo hay que pensar en las invasiones bárbaras o las mongólicas. Lo cierto es que, si echamos un vistazo atrás, vamos, paso a paso, reedificando los procesos históricos de la humanidad, en relación a los grupos de poder (reinos, monarquías, imperios, califatos) que se fueron disputando, en grandes contiendas de batallas titánicas, vastos territorios en forma de expansión. Ignoro si Aristóteles supo antes de morir, sobre el monstruo que había creado en Alejandro El Grande, pero ya todos sabemos en qué acabó todo. Lo mismo podemos decir de las dinastías de Egipto y sus faraones; también cabe mencionar los babilonios y Sumerios que fueron domando las aguas del Éufrates y el Tigris, al tiempo que se sirvieron del barro y el papiro para dar vida a una civilización que hasta ahora nos estremece por sus grandiosas e ingeniosas proezas. Sigamos.
El hombre es un animal político, sí, pero también es un animal que va jalando la soga de la historia de cabo a rabo para hacer con ella lo que le venga en ganas. Siempre ha habido y siempre habrá pueblos dominadores y pueblos dominados. Cuando decimos civilización decimos esclavitud. La esclavitud moderna no es la esclavitud de Egipto o de Grecia, ni la de Mesopotamia o la de Roma, sino la esclavitud de la tecnología que nos hace pensar que nos libera. Es importante hacer un agudo y responsable análisis de estos aspectos o procesos históricos de la humanidad, y un recuento a modo de revisión intelectiva para así poder regresar al contexto actual de nuestros días.
A su vez, es importante llevar a cabo una pequeña pero concienzuda pesquisa sobre los ejes temáticos que atañen toda sociedad, sin excepción alguna. Para entrar en materia e ir al grano, es preciso decir que el propósito de este escrito es desentrañar las problemáticas de nuestro continente, desde Alaska hasta la Patagonia, pasando por las Antillas, o las islas del Caribe, un conglomerado de islas que se fueron fundando entre las pugnas de las potencias europeas sucedidas en diferentes contextos. Cristóbal Colón y Hernán Cortez iniciaron el cortejo de lo que pasaría a llamarse América, en homenaje al marino florentino Amerigo Vespucci. Modernas especulaciones arguyen e indican que no fue España la primera que llegó al continente, sino otros grupos de hombres que llegaron desde otros lejanos horizontes, sin embargo, cabe mencionar que las crónicas de las Indias no tienen parangón desde el punto de vista histórico-literario, duélale a quien le duela. Por el noreste de Canadá se asomaron los Vikingos, y por el sur del continente se aparecieron extraños visitantes que llegaron desde un lugar que hoy llamamos Oceanía; por último, tenemos la teoría del estrecho de Bering (una de las más estudiadas en escuelas, colegios y universidades), donde, gracias a un periodo de glaciación, se formó un puente que unió América con Siberia. De esos grupos de homínidos algunos se fueron estableciendo a lo largo de la tundra canadiense (ese vasto territorio que aún no se llamaba Canadá), mientras que el resto de los otros grupos fueron migrando hacia el sur por diferentes rutas. De todas estas teorías, la menos estudiada, para terminar, es aquella posibilidad de conexión entre lo que es hoy Senegal y Brasil.
IV
Ya expuesto lo anterior, es menester hacernos esta pregunta: ¿Quiénes somos, o en qué se convirtieron aquellas personas llegadas de ultramar a nuestras tierras del nuevo mundo, llamado “plus ultra”? Lo cierto es que, desde el punto de vista europeo, ya vivían habitantes que circundaban estas aún no descubiertas planicies, cordilleras, montañas, sierras, cañones y selvas que se extendían desde el polo norte hasta el polo sur con diferentes hábitat y climatología; vastos territorios que ni los mismos pueblos originarios habían calculado o imaginado antes que los europeos se asomaran a nuestras costas con espíritu de conquista civilizatoria, hasta que un día del 12 de octubre del año 1492 de nuestra era, un tal Rodrigo de Triana, alzado desde uno de los mástiles de las tres carabelas, avizoró a lo lejos una franja costera, exclamando: ¡Tierra firme! ¡Tierra firme! El resto es historia. Comenzó pues así la conquista y el coloniaje, según los historiadores. No hubo descubrimiento (esto lo digo yo), por que nuestro continente ya se había descubierto a sí mismo; lo que se produjo (ahí en ese momento histórico) fue un efecto de perplejidad, asombro y catarsis por parte de la tripulación. Nuestro continente sufrió, pues, a partir de entonces, una transformación que hasta nuestros días sigue vigente, vigente en el sentido de que somos un continente en proceso de utopía.
V
Así las cosas, hemos de suponer que la crítica constructiva a Nayib Bukele está tomando mucho tiempo. Que esta crítica nunca llega. Que nos puede hacer pensar que su autor nos está tomando el pelo, por decir lo menos. Que su sentido verbo-motor nos comienza a exasperar. Que más que arrojarnos luz a nuestro intelecto, nos está conduciendo a un mundo de sombras y penumbras, donde nada se esclarece. Es más, cabe pensar que el escritor se está presentando como un “sabe-lo-todo”, como un sabihondo, como alguien que puede dar cátedra en cualquier tema y materia. ¡Detente mente! Nada más lejos que de los puntos ya mencionados arriba. Al contrario, el autor que soy yo (odio ser auto referente y hablar en tercera persona), a la vez que voy escribiendo e indagando al respecto, yo mismo me voy asombrando hasta qué punto de decadencia y caos hemos llegado en tanto raza humana. En este momento que escribo, se ha desatado, en nuestro querido Ecuador, una ola de violencia sin precedente. Tanto así que ya uno no sabe si se trata de una guerra civil, o de un supuesto movimiento terrorista ligado a las bandas criminales bajo el control del crimen organizado, liderado por carteles del narcotráfico, en pugna por el poder. En otras palabras, un ataque a la democracia. Se habla del cartel de Sinaloa, El cartel de Jalisco, y demás carteles procedentes de México y Colombia. La idea es controlar los corredores de salida de las drogas hacia el extranjero. Por eso vuelvo y repito: “Trescientos años de virreinato y doscientos años de independencia nos han triturado hasta la médula.” Pero los 300 años de virreinato ya fueron, quedaron atrás; sin embargo, los otros doscientos años continúan rampantes como queriendo romper el récord de la ignominia. Ahora la pregunta es, ¿hasta cuándo las repúblicas de América Latina seguirán con sus independencias bananeras? Mientras sobrevivan de las remesas de afuera y de las ayudas de los poderes internacionales en turno, nunca (jamás) podrán ser libres e independientes. El desafío es nuestro. Por otro lado, y en boca de unos de mis referentes, Carlos Sánchez Berzaín, el problema de Latinoamérica, en su conjunto, tiene que ver con las dictaduras y para-dictaduras de guayaberas, ya no de fatigas militares como era antes; se dice pronto, rápido y veloz, pero detengámonos por unos instantes, y veremos claramente en el berenjenal y sumidero en que se encuentra nuestra querida Iberoamérica (aquí incluyo a Brasil). Amlo (el señor Obrador), dice este mismo crítico Sánchez Berzaín, es un representante fiel de lo que él llama: un gobierno para dictatorial, y las pruebas las hay: la cruz del águila a Díaz-Canel de Cuba, Carpeta roja para Maduro en el palacio de México, y los aviones de las fuerzas aéreas mexicanas que son enviados para rescatar a sus camaradas: Evo Morales en Bolivia, Pedro Castillo en Perú (este último se le fue el avión, llegó tarde, aunque su familia, esposa e hijos, sí lograron escapar a México gracias a la intervención del canciller Marcelo Ebrard). Por último, dónde quedaron las políticas de no intervención que el señor López tanto esgrimió antes, durante y después de su llegada al poder, en aquellos momentos en que se refería a la doctrina Estrada. Y para terminar con el señor Andrés Manuel, he notado una cierta tendencia y preferencia hacia Vladimir Putin, el autócrata ruso, además de sus simpatías por la China comunista y Palestina en Medio Oriente; López es, en síntesis, un ferviente “anti-gringo” y un enemigo de España, cuando debería ser lo contrario. A mis ojos lo veo como un nacionalista conservador; él que siempre está criticando a los conservadores (¿será ésta una autocrítica?). Volveremos con López en páginas posteriores, no lo duden. Ahora regresemos al contexto histórico, para luego entrar de lleno a mi crítica constructiva a una eminencia de la política actual, como lo es Nayib Bukele.
VI
Dejé El Salvador un año después del asesinato (vil asesinato) de quien por entonces fungía de Monseñor de la parroquia catedral de San Salvador, Monseñor Romero, y llegué a la ciudad de los Ángeles ese mismo año (1981) para luego partir en retirada hacia Montreal, Canadá, en 1984, meses después de haberme recibido de Bachiller, en la ciudad de Van Nuys, en la Ulysses Grant High, escuela que lleva el nombre de uno de los héroes nacionales de los Estados Unidos. En El Salvador, como casi en toda Latinoamérica, la izquierda hacía y deshacía a sus anchas a la ayuda de la Unión Soviética, con el apoyo y el visto bueno de la revolución cubana, pues eran los años de la guerra fría (60’s, 70’s, 80’s). Ya los barbudos se habían instalado en la Habana. Querían liberar a Latinoamérica de las garras del águila americano para entregársela a las garras del oso ruso, el bloque soviético, que había llegado al poder, a través de la revolución, en 1917, tras la égida de Vladimir Lenin y los bolcheviques. No podemos negar que tenían sus razones, pues se habían enquistado además unos regímenes de corte militar que estaban al servicio de los poderes fácticos de la época. Empero, tanto los Estados Unidos como la Unión Soviética tomaron como campo de batalla a Hispanoamérica; fuimos sus conejillos de India, una suerte de cobayas. Pero al fin de cuentas, ni uno ni el otro se quedó con el botín. ¿Hemos resistido a los imperios con sangre, sudor y lagrimas?, esa es la pregunta a contestar. Lancemos ahora la mirada aún más lejos y situémonos en los tiempos de los reyes católicos para analizar su legado. Castilla y Aragón -con el advenimiento de las nupcias reales de Fernando e Isabel la católica, y tras 700 años de ocupación islámica- pactaron y juraron dar batalla de frente al enemigo por antonomasia, el Imperio Otomano; de ahí la batalla de Lepanto, donde nuestro héroe Miguel de Cervantes Saavedra (el escritor más sabio entre los escritores de su tiempo y nuestros tiempos, siguiendo la formula de Aquino) perdió su mano izquierda, quedando manco de por vida, a la vez que caía en las redes de sus verdugos; yendo así a parar de rehén bajo el dominio de los árabes, en lo que es hoy Argelia. Gracias a un influyente hombre de poder de la época, y tras un canje con otros prisioneros, de lado a lado, amen de una considerable suma de doblones o maravedís (o lo que fuese la moneda constante y sonante de la época), Cervantes recobraría su libertad, y su derecho a ser repatriado. No hay mal que por bien no venga, dice el refrán.
En el sur de España dominaban los Omeyas, y otras dinastías y califatos que se fueron sucediendo desde el 711 de nuestra era, año en que los invasores cruzaran el estrecho de Gibraltar para tomar posesión de todos esos reinos de Granada, Toledo, Córdova (Al-Ándalus, bajo los reinos de Taifas); tanta fue la fuerza con la que irrumpió el enemigo, que aquellos otros reinos visigodos quedaron reducidos a una pequeña franja en el norte de España, lo que es hoy Galicia y Asturias, además de las vascongadas (país vasco), entre otras provincias o regiones aledañas. Los Godos y Visigodos eran los descendientes de las tribus bárbaras germanas que hubieron salido desde las más profundas selvas negras (los mismos pueblos que navegaban por las aguas del Danubio y el Rhine), y quienes fueron surgiendo y ganando territorio, batalla tras batalla, hasta llegar a lo que es hoy la península de Iberia, lo que son en nuestros días los territorios de España y Portugal. Fue bajo el imperio Romano que esta raza sufrió una conversión de Fe, dominando así, por varias centurias, parte de la Europa Medieval.
Quizás lo que quiero señalar es que, en relación a lo que pasó hacer el primer estado nación en el mundo, no ha habido en la historia de la humanidad, en su conjunto, un lugar que haya atraído tanto la atención de invasores de todo pelaje. Iberia se convirtió en Hispania, junto a Portugal, bajo el control de Roma, y, por consiguiente, fue invadida, conquistada, reconquistada, y, finalmente, se transformó de mil maneras para convertirse en “el Imperio donde nunca se pone el Sol” por más de 300 años, y todo esto gracias a la reconquista bajo el mando de los reyes católicos.
VII
A mediados del siglo XV, el estado del mundo se reducía a tres continentes, y todavía no se habían explorado todos los océanos a fondo. La idea de querer saber si la tierra era redonda o plana estremecía a todo aquel que se internaba en su indagación, a tal punto de perder la razón. Aún así hubo hombres que se atrevieron a avanzar ideas poco ortodoxas, como en el caso de Copérnico o Galileo, entre otros nombres de importancia de la época. Pero no fue hasta que se apareció un extraño hombre en las cortes europeas que la faz de la tierra mudó para siempre. Mucha tinta se ha derramado en nombre de él, sobre su origen y su trayectoria en tanto hombre de los indomables mares. Estudios más recientes aseguran que ese hombre tenía un conocimiento e información que pocos habían adquirido para la época, y que, en consecuencia, se paseaba de corte en corte con la intención de convencer a sus majestades de que el “non plus ultra” era cosa del pasado; que se podía llegar a Cipango (hoy Japón) navegando hacia el oeste por la ruta contraria a la cual estaban acostumbrados, tanto los moros como los cristianos, o sea, bordeando la costa africana para conectar con la India; o aventurándose por esas vastas regiones que contenía el antiguo camino de Seda, y que estaban, para entonces, bajo el control de los musulmanes; esas mismas rutas que conducían a las islas de las Molucas, donde se extraía gran parte de las tan codiciadas especias que intercambiaban los portugueses y los árabes con los jeques de las islas de ese inmenso archipiélago que hoy es conocido como Indonesia, y que iban a parar (tales insumos) al medio oriente y occidente como productos comestibles y medicinales para el sostenimiento nutricional de las populaciones en juego. En consecuencia, estas rutas se encontraban vetadas a los reinos de España, y demás reinos europeos, a excepción del reino de Portugal que, tras el tratado de Tordesilla, se había hecho con la mayor parte del globo terráqueo, quedando España como la otra adquisidora del resto del planeta para ser explorado y explotado por ambos. Es bajo este contexto que Cristóbal Colón aparece en el mapa mundial de la historia universal. Los tres primeros viajes de Colón por lo que es hoy el Caribe y las primeras exploraciones costeras del nuevo mundo despertó gran interés entre todos los reinos europeos, empezando por Flandes, Inglaterra, Francia, Portugal, etc.; a tal extremo que comenzó el periodo de las empresas navieras, las que iban punteando en materia de ingeniería en navegación, al tiempo que avanzaban las técnicas de ataque y defensa en el campo de las armas y las técnicas de guerra naval y terrestre para subyugar al enemigo, fuese quien fuese. África tuvo que pagar un incalculable precio; un alto precio que, hasta ahora, nadie, entre los economistas, es capaz de visualizar tal saqueo. Es menester detenernos en este punto: el de la esclavitud. La esclavitud no comenzó en África, como muchos suelen pensar. La esclavitud es más antigua que Matusalén y los imperios de Persia y Babilonia. Tanto Atenas como Roma practicaban la esclavitud, al igual que otros pueblos antiguos (antes y después de éstos), como medio de explotación del hombre por el hombre, tanto para las labores domésticas como para aquellas que atañían la fuerza bruta. Por eso digo nuevamente: cuando decimos civilización decimos esclavitud. Muchos de los gladiadores que competían en el Coliseo en Roma, no lo hacían con otro fin que el de recuperar su libertad, además de la fama y fortuna con lo que esto conllevaba. Las pirámides de Egipto, es un ejemplo vivo de lo que estoy abordando como tema. ¿Eran esclavos súbditos que trabajan por comida y hospedaje para sobrevivir el día al día, o eran mano de obra asalariada aquellos hombres que construyeron las pirámides de Egipto? Esa es la pregunta. Pero entre más pasa el tiempo, menos se ponen de acuerdo esos hombres llamados arqueólogos y paleontólogos, a quienes se les han vendido a añadir los ufólogos. Sin embargo, de acuerdo a los textos bíblicos, nadie puede negar o dudar que los judíos fueron esclavos, por equis tiempo, de los faraones, hasta que se apareció un enviado de Dios, llamado Moisés, en la misma corte de Ramsés II; era un hijo adoptivo que habían encontrado flotando en las riveras de un río aledaño, y que había sido abandonado a la deriva por alguien (¿una mujer de extracción judía?) de quien no tenemos cuenta o noticia, ¿o sí? Fue aquel bebé que encontraron en una canastilla arropado en pocos pañales quien liberó al pueblo de Israel de su cautiverio. Dicen que se perdieron 40 años en el desierto del Sinaí, luego de haber burlado la persecución del ejercito de los egipcios; los mismos que se ahogaron en las aguas del mar Rojo, cuando este se rompió en dos conforme al mandato de Dios, el Todopoderoso, frente a los propios ojos del pueblo judío que huía de la esclavitud en busca de la tierra prometida. En el caso del África profunda -la de los hombres de Nubia y los reinos del Kush, incluyendo otras regiones, más al sur, donde vivían tribus que se comían entre sí-, no fueron si no los Árabes Musulmanes quienes comenzaron la trata de esclavos, de la misma manera que esclavizaron a los cristianos europeos, en especial las mujeres jóvenes de tez blanca, a quienes capturaban para llevarlas como carne fresca a sus Harems. Dicho todo esto, la trata de humanos en sus diferentes modalidades persiste hasta nuestros días. Ahondaremos en este tema más adelante si se diera el caso o la necesidad.
VIII
Si nos ubicamos en el contexto actual, veremos que hemos recorrido un poco de nuestra historia. No obstante, lo cierto es que varios siglos pasaron de largo hasta que los reyes católicos retomaron sus tierras antes usurpadas por los reinos de Taifa, bajo los diferentes califatos que se habían ido sucediendo. A partir de entonces, España fue creciendo y creciendo, y la envidia de los otros reinos y estados de Europa, fue aumentando de manera precipitosa y exponencial, de ahí el nacimiento de la leyenda negra contra España y sus aliados. Los relatos y crónicas de las Indias se fueron multiplicando, aunque con cierta lentitud, pues no hay que olvidar que una travesía de lado a lado duraba meses. Con el tiempo, gracias a las tecnologías y los descubrimientos científicos, estas distancias se fueron acortando.
También es bueno recordar que con el advenimiento de la conquista por parte de los primeros y verdaderos barbudos (Hernán Cortez, Vasco Núñez de Balboa, Pizarro, Valdivia, etc.), se desató un pillaje en manos de filibusteros, piratas, corsarios y todo tipo de mercenarios al servicio de Inglaterra (en particular), que navegaban clandestinamente las aguas de las costas donde los españoles se habían asentado con sus imponentes y sobre cogedoras fortalezas. Pero aún así, la empresa de los reyes católicos continuó avanzando entre “dimes y diretes”, convencidos de que, detrás de ellos, había una fuerza más grande que la de sus vasallos y súbditos, conjuntamente. Que las fuerzas del cielo estaban de su lado, y que con la ayuda de Dios Todopoderoso iban a cumplir los designios del tiempo. Cuando los portugueses se dieron cuenta que al otro lado del charco había muchas tierras que conquistar, cambiaron de estrategias y de rumbo; para entonces ya habían saqueado y estrujado parte del continente africano al más no poder, dirigiendo así la mirada hacia el oeste de la nueva urbe, donde los españoles ya campeaban a sus anchas. Volcaron, pues, sus navíos hacia el nuevo mundo por descubrir, y se apareció un tal Cabral en las costas de Brasil que no desestimó en nada toda aquella flora y fauna que se apareció frente a sus ojos. La bahía de Guanabara, lo que es hoy Rio de Janeiro, estaba revestida de una esplendorosa y exuberante naturaleza, y sus aborígenes dominaban las tierras y las aguas de “Pao Brasil” que se extendían selva adentro, como un inmenso océano verde. Comenzaba, pues, la segunda conquista de América por el Sur del continente. Por el norte de nuestro continente se aventuraron holandeses, ingleses y franceses. Cada quien a su manera fueron sentando bases aquí y allá, mientras que los españoles iban abriendo brecha hacia el norte desde la Nueva España por una ruta que ellos llamaron Camino Real de Tierra Adentro. En otras palabras, no fueron sino los españoles quienes exploraron más territorio que cualquier otro europeo venido del otro lado del atlántico. Se fueron descubriendo minas de plata y de oro, y así fue como empezó el supuesto saqueo de “nuestras riquezas ancestrales”. Los indios no resistieron a las enfermedades traídas por el hombre blanco, y fueron mermando en gran número por diferentes causas: la sobre explotación, entre otros factores, hasta que un informe por parte de Bartolomé de Las Casas hizo que se trajeran esclavos negros desde el África para remplazar la mano de obra aborigen. Esa es la mera verdad, y el que no quiera creer que me lo demuestre, y lo discutiremos en su momento.
IX
Quiero que sepa el lector que este no es un trabajo de historia, pero si utilizo historicidad es para poner en claro los puntos de cómo se fue configurando este continente a partir de la llegada del europeo en general. El año 1898 España pierde finalmente sus últimos territorios: Cuba, Puerto Rico y Las Filipinas, mientras que los Estados Unidos de América surge como la potencia militar y económica que dominará las próximas décadas en el mundo, a partir de 1900. Con el siglo XX llega la primera guerra mundial y la revolución rusa. Muchos conflictos que se venían arrastrando desde el siglo XIX (el caso Dreyfus; el imperio de los Zares, la revolución mexicana, etc.) se resolvieron en las primeras décadas del siglo veinte, pero luego siguió la segunda guerra mundial en el momento que sube Adolf Hitler al poder. Es interesante estudiar las primeras tres décadas del siglo veinte en Europa, en particular la de los años veinte y parte del treinta. En Austria surge una sociedad bastante liberal y modernista, todo en ella es un verdadero esplendor: las artes visuales, la música, la arquitectura, la política, la economía, el diseño urbano y los jardines de Viena. Pero este hechizo encantador se acaba con la llegada del tercer Reich y su larga batalla por el poder en el seno de la sociedad germana, que ya para entonces se miraba venida a menos, y con una deuda externa que año tras año se encrudecía y desestabilizaba la economía en todos los ordenes sociales, y que, por último, hay que decirlo sin miedo a equivocarnos y con toda franqueza, fueron los judíos que sirvieron de chivos expiatorios, hasta al punto de acabar de víctimas por haber sido llevados de manera inhumana a los campos de concentración; no quiero ahondar en este punto tan doloroso para la humanidad, aunque haya cierta gente que niegue el holocausto. En América del Norte, el país de los Estados Unidos sufre el Crack de 1929, lo que se conoce como La Gran Depresión; hubo decadencia y el hambre se hizo presente. Más tarde, con el ataque a Pearl Harbor por parte de los japoneses, y las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, llegaba el punto culminante por parte de los “americanos” para consolidarse como el nuevo imperio que se extendería a lo largo de varias décadas; lo que conllevó al enfrentamiento de la guerra fría contra el bloque soviético; ¿y Latinoamérica?, a este punto quería llegar, ésta se convirtió en campo de batalla de las dos fuerzas invasoras, que bajo una contienda ideológica se fueron instalando de manera subrepticia en nuestro subcontinente, y allende los mares. Y para que no te la cuenten, en este momento que escribo nos enfrentamos a un nuevo poder imperial, el de la China continental comunista y su extendido camino de la Seda que gira alrededor del mundo; además nos las tenemos que ver con un Globalismo desenfrenado que nos quiere llevar, al abrigo de las alas de las Naciones Unidas y el Vaticano, a una nueva realidad que deja mucho que pensar. El foro de Davos no se queda atrás; a esto hay que añadir los grandes magnates de las nuevas tecnologías y las finanzas, como Bill Gates, Elon Musk, George Soros, y un largo etcétera. Qué quiero decir con todo ello, y aquí sí ya me voy acercando a la crítica constructiva, ya no sólo a Nayib Bukele si no a cualquier otro líder de Hispanoamérica que quiera sacar pecho por su país, en estos tiempos de nuevo control mediático a través de nuevas ideologías que tienen que ver con los movimientos del feminismo, el indigenismo, el ecologismo, el animalismo, el orgullo gay y sus derivados, la inteligencia artificial, y la futura guerra espacial, o sea: el dominio y control del satélite lunar y el planeta Marte. Japón se ha convertido, según informes recientes, en el último país en tocar tierra en la esfera lunar. Es con todo este antecedente informativo histórico o no, que todo líder, tanto en América Latina como en cualquier otra parte del mundo, tiene que bregar y enfrentar la realidad más allá de la inteligencia y la conciencia. El planeta en su conjunto vive y experimenta nuevos paradigmas. La presión social es parte del juego democrático ¿Qué caminos y qué decisiones tomar?, esa es la pregunta del millón.
X
¿Hacia dónde se dirige Hispanoamérica, en estos tiempos de globalismo salvaje? ¿En qué sitio se hallará Latinoamérica a finales de este siglo? ¿Hasta qué punto hemos transformado el mundo en que vivimos (o nos han transformado)? Por ello mismo es saludable enterarse a estas alturas del tiempo, que este bloque de tierra que constituye lo que llamamos Iberoamérica, junto al gigante del Sur, Brasil, todavía le queda, creo yo, mucho por seguir seduciendo a la comunidad internacional, gracias a sus atributos que le son propios, como lo que en realidad es: un bastión de múltiples posibilidades desde donde poder arreglar y corregir nuestros más intrínsecos problemas de población y alimentación. ¿Latinoamérica, es capaz de resurgir por sí misma, por sí sola, sí o no? Si la respuesta es un rotundo “No”, ya estaríamos avanzando hacia una verdadera posición de ventaja, en el sentido de querer entender y poder resolver en lo posible las problemáticas inherentes a este mal llamado subcontinente. De lo contrario, tendrá que seguir obedeciendo a ciertas líneas de juego geopolítico y económico mundial, las cuales les son dictadas desde satélites de poder, fuera y dentro de nuestro propio eje hemisférico, como por ejemplo: el consenso de Washington y el de la Habana; en el caso de Cuba, esta isla no es otra cosa que instrumento de penetración para los enemigos de Estados Unidos, junto a Venezuela, bajo Chávez y Maduro y un tal Diosdado Cabello; luego tenemos la torre de Babel que se ha convertido la Unión Europea, pero este no es el tema que nos atañe, a no ser que los conflictos entre Rusia y Ucrania y el de los Palestinos y los Iraníes contra los Israelíes puedan poner, no en jaque sino en jaque mate al mundo, y arrastrarnos a todos a una cruenta guerra que nos sumergiría en una catástrofe más que apocalíptica, imposible de ser contada por las próximas generaciones que ya no serán. La contrapartida de estos poderes reales sería, Eurasia, Rusia y la China. Por eso vale la pena mencionar al imperio del oso ruso, mejor conocido como El Rey de Eurasia, y su autócrata por excelencia Vladimir Putin; y, finalmente más no último, China continental, como el próximo gigante e inmenso témpano de hielo a derretir, más allá de su camino de Seda. En lo que va del régimen cubano, de nuevo, con la llegada de Chávez al escenario político, este régimen tuvo, mantuvo y mantiene hasta hoy (si no me equivoco) una cierta expansión de su territorio isla afuera, ya que no sea aparente. Hugo Chávez oxigenó al régimen cubano, cuando éste estaba casi por colapsar a raíz de la caída del muro de Berlín y la desintegración del bloque soviético. Por su lado, Estados Unidos lucha con todo para sobrevivir su ya agónica y anunciada crónica de la muerte, que todos esperamos con mórbida visión. Habrá pues que esperar la llegada del nuevo mesías, el nuevo mensajero, la nueva ficha política. La culminación de lo tan y más esperado entre todo lo deseado; el momento de gloria y coronamiento; o, por lo contrario, la asunción perenne de un nuevo poder hegemónico, tiránico y autoritario que nos haga poder zafar de los ojos las vendas de la cobardía (sinónimo de miedo) y la hipocresía (como un acto de falta de ética y de conciencia), que es justamente lo que nos ha estado gobernando hasta hoy en día. Será Nayib Bukele uno de estos personajes a los cuales yo estoy haciendo alusión, ¿sí o no?; quizás sea muy temprano para saber. Sin embargo, más allá de estas interrogantes e indagaciones, parecería más fácil pensar en China ¡claro que sí!, como el próximo salvador del mundo, pues el camino de seda, a mi entender, se ha ido extendiendo por todas partes del planeta, sólo hay que pensar en el mega puerto de Chancay, en Perú. Es posible también, o probable, que a estas alturas del tiempo el mapa geopolítico se pueda o deba ‘reformatear’ o ‘reconfigurar’, al igual que un reinicio de juego de ajedrez, más allá de las ansias de dominar y llevarse la reina… con o sin corona, pero más allá de las ironías, es bueno tener siempre presente que la naturaleza humana, y sobre todo el temple humano, es falible, y no hay mucho que hacer al respecto. Aún así, pienso en Latinoamérica como el próximo poder mundial que avasallaría todas las esferas de este planeta. ¿Cómo tal milagro o utopía podría suceder? Es lo que trataré de explicar en las próximas cuartillas, en caso de expandirme y bifurcarme en relación a esta osadía mía de pensar que Latinoamérica podría convertirse en una gran potencia mundial. Para que todo ello suceda es de esperarse una nueva alianza entre los países hispanos, para empezar; luego le podrá seguir Brasil, y por último España y Portugal, aunque la iniciativa podría venir de cualquier lugar. Es decir, debe haber un nuevo resurgimiento de Iberoamérica sin tener la sensación de que estemos retrocediendo en el tiempo. La idea no es volver a recomponer el rompecabezas que fue roto por fuerzas centrifugas en su momento. A estas alturas del tiempo no hay lugar para discutir si la ruptura con la madre patria fue la correcta. Errores lo hubieron de lado a lado, seamos honestos. No se trata de volver atrás como en una película que necesita de “flashbacks” para ser entendida. La idea es volver a reinventarnos en honor a la verdad, pero de manera pacífica y sensata, dejando atrás pugnas históricas y rencores mal amañados. He escuchado rumores de que Bukele ha lanzado ideas de una nueva confederación centroamericana como propuesta. Aunque la verdad es que mientras unos se quieren unir otros van por el camino opuesto. No olvidemos que cada república tiene sus propios intereses. China se está posicionando en varios países con bases militares, mega puertos, y bases aeroespaciales: Cuba, Argentina, etc. En síntesis, un bloque económico Iberoamericano haría retroceder a todo súper Poder que quiera ir en contra de nuestras raíces, que son hispanas y católicas, aunque nos hayamos desunido, y a veces por la misma razón, no nos entendemos. Para que ese bloque económico pueda adquirir una cierta vigencia, necesitaríamos un “think tank” de hombres y mujeres de altos valores y principios que pongan los intereses de sus conciudadanos a contrapeso de lo que ha venido sucediendo en estos más de doscientos años bajo movimientos independentistas ideologizados que han creado rupturas en nuestras sociedades. Todo es cuestión de sentar bien las bases y fundamentos, amen de los esfuerzos requeridos para una proyección más vívida y real ante un mundo real, valga la redundancia y la aclaración. De hecho, ya fuimos potencia en el pasado junto a la madre patria que fue España, ese imperio generador que cimentó el porvenir de nuestras ancestrales tierras. Sí… con barro y sangre, con fuego y pólvora, con flechas curaré, con machete en mano, con odio mutuo por falta de conocimiento de lo que significaba ser el otro, la Otredad, y así sucesivamente.
Es evidente que necesitaríamos un bloque único de países, naciones, repúblicas, o como queramos llamarle a esta extensión de tierra que excluye a Estados Unidos y Canadá, dos países de primer mundo incrustados en nuestras venas de América, india y española en principio. Dos países hermanos que también deberían ser incluidos en este nuevo rompecabezas de sorpresas a descubrir, aun con nuestras diferencias y contradicciones. Palabras como justicia, verdad, libertad, solidaridad, nos empujan a pensar que el único camino es la unidad. Pero la idea de unidad tiene que ir mas allá del sentido común o del común interés de todos, pues estamos hablando de diversidad cultural, lingüística y de razas, etc. Es cierto que el bien común es lo que haría la diferencia, y a partir de este sentimiento compartido y bien equilibrado, trascender toda expectativa, más allá de las derechas y de las izquierdas, y también más allá de cualquier Globalismo o Progresismo farsante, rampante y asfixiante que se nos presentase a nuestras puertas de residencia. Necesitamos, temo decir, una ciudadanía más pensante y activamente conectada con la realidad, pero Latinoamérica es una sociedad que se debe a la celebración festiva y, por veces, sino siempre, desenfrenada. Somos faranduleros, no hay nada malo en ello, todos nos queremos divertir, pero a qué precio, y juzgando más detenidamente la situación, cabe preguntarse: ¿quién paga el bailongo y los platos rotos? El fantasear nunca está demás si se llega a un orden de ideas, y un mutuo respeto mínimo.
Pensemos en Latinoamérica como en un grupo de amigos que se encuentra, con cita anticipada, en una discoteca de la zona de Upper Manhattan en la ciudad New York. ¡Qué rollo!… Ya empezó la rumba… pero volviendo al tema verdadero, y fuera de bromas, quiero hacerme la siguiente pregunta: ¿Será China la próxima potencia mundial quien regirá la vida de los seres humanos en el mundo, en un futuro cercano por venir? Con toda probabilidad la respuesta es un rotundo sí. Pero después, más tarde, luego, detrás, a un costado, aparecerá una Latinoamérica unida y fortalecida, más allá de las ideologías y doctrinas de grupos de poder que siempre han dominado a nuestras sociedades por centurias; y también más allá de lo que pueda gestar y engendrar un nuevo orden como lo están haciendo en nuestros días con el gran “reseteo” y la cuarta transformación tecnológica que incluye y abarca la robotización y el trans humanismo. No nos equivoquemos; no nos descuidemos. En Latinoamérica, desde los tiempos de las independencias hemos tenido dictaduras y autoritarismos de todo pelaje, de toda venia. Los franceses, los ingleses y los estadounidenses aprovecharon el desparpajo que significó la retirada de los españoles en tierras americanas tras su derrota; comenzaron a buscar las materias primas y extracciones de todo tipo que iban apareciendo aquí y allá desde México hasta Argentina, pasando por el Caribe. Luego los ingleses británicos interfirieron en nuestras realidades (con hombres y armas) para sacar provecho, y lo lograron. Pero no todo es para siempre, y el ingenio inglés, finalmente, fue remplazado por la sagacidad de los nuevos padres de las trece colonias, por lo que se puede decir que la pugna entre los americanos y los ingleses fue a muerte. Con la independencia de los Estados Unidos y la revolución francesa, todo se vino abajo para España y sus Virreinatos, que fue lo que dio pie a las sublevaciones en todo el continente. Muchos conceptos han aparecido a través del tiempo, luego de la llegada del europeo a este lado del atlántico: el buen salvaje de Russeau, civilización y barbarie de Sarmiento, la raza cósmica de Vasconcelos, Ariel de José Rodó, y muchos tantos otros escritores e intelectuales quienes fueron dando forma y sentido a estas nuevas tierras, a estas nuevas realidades. No obstante, todavía parecemos un continente a la deriva, que siempre está buscando en el otro resolver sus problemas. Somos dependientes de las grandes naciones que se dicen de primer mundo, y sin existir el segundo, hemos conseguido llegar al tercero, que ya es bastante, dirían algunos detractores. Los ingleses se llevaron a Indonesia la semilla del árbol de caucho, y Brasil perdió el puesto de productor número uno de lo que se conoce como Látex, materia prima que se utilizó en el siglo veinte para la producción de las llantas de goma y neumáticos de los coches y camiones de carga, entre otras máquinas vehiculares e industriales. Ejemplos como estos los hay muchos, puesto que, además, para nuestra desgracia, esas materias primas se fueron transformando en productos sintéticos gracias a las nuevas tecnologías avanzadas del momento. ¿Seguirá Latinoamérica surtiendo al resto del mundo sus más preciados productos brutos empezando por las extracciones de metales, piedras preciosas, gas, aceite crudo, cobre, litio, coltán, tierras raras, etc.? Esa es la pregunta a contestar. El resto son pamplinas.
XI
Es lógico pensar que, si de lo que se trata aquí y allá y en todo el mundo, es el de poder convivir de manera armoniosa, sin egocentrismos, chovinismos, nacionalismos, entre todos en el planeta tierra, entonces, cabe preguntarse, por qué este mismo mundo se sigue dividiendo en bloques. Uno de los últimos sería el BRIC (si hay otro más reciente que me lo notifiquen); el BRIC conglomera un grupo de países no alineados contra Occidente; países como Venezuela y Brasil -quizás Cuba y Argentina también- son integrantes activos de este organismo internacional con una agenda económica bien definida, pues entre sus principales fundadores se encuentran China, India, Brasil, África del Sur, Rusia, Turquía, y cuyo fin es el de debilitar el dólar americano; espero no equivocarme en este aspecto. Existen, por el otro lado, movimientos que apelan a una nueva hispanidad dentro del cristianismo, con bases económicas, y así por el estilo. Méjico es uno de los países más aventajados de América Latina, porque por un lado juega con los designios de América Central y el Caribe, a quienes jalonea, y por el otro, es el socio de negocios de los gringos y los canadienses con eso del tratado del libre comercio. Todos los caminos llevan a Washington y no a Roma. Ya lo dije una vez y lo reitero de nuevo: no se puede hablar de independencia y soberanía mientras vivamos supeditados a unos mercados internacionales que se rigen por intereses que van más allá de una política local o regional; Cuba es una prueba de lo que hablo, aunque no sea la excepción. Luego si hablamos de aranceles, todo va depender de las importaciones y exportaciones que cada nación ejerza en cuestiones del producto bruto per capita, empero no sabría explicar fenómenos económicos financieros que van más allá de mi alcance y de mi entendimiento: no soy economista, mucho menos financista. Yo también llego a puras penas el fin de mes, como cualquier otro ciudadano de a pie, al menos por hoy, mañana quién sabe; pero eso no quita que tenga un espíritu crítico ante el hombre de hoy y sus respectivas sociedades. El caso de Argentina es uno de los más patéticos en cuestiones de desarrollo, pues según los números macro-económicos esta nación tiene una capacidad de abastecer a una buena parte del mundo con su producción agro-exportadora, mientras que dentro de sus propios habitantes hay casi veinte millones de almas que viven en situación de pobreza o en estado de indigencia, según informes más o menos confiables. Por fortuna o por desdicha, no sabría decir con exactitud, ha surgido un político que se hace llamar anarco-capitalista o paleo-libertario, que sería un populista de derecha, y cuyos fines son los de reducir el Estado y darle más cabida al empresariado, su nombre: Javier Milei. Pero los líderes políticos van y vienen, aparecen, desaparecen; otras veces reaparecen, y por último perecen; nos vamos de este mundo. Hay legados que duran para bien o para mal (que juzgue el lector), y aunque unos se dilatan en el tiempo y otros son pasajeros, los pueblos siempre quedan y crecen, y con ellos el hambre y los problemas sociales.
XII
Hablando de líderes políticos, no se crea el buen lector que me haya olvidado sobre lo que aquí vine a hablar o a exponer en mi humilde disertación, ya que no soy ni académico ni catedrático, mucho menos analista político. Sin embargo, mi crítica constructiva a Bukele se mantiene todavía en pie. El efecto Bukele no se limita al mundo hispano, este efecto ha rebasado los límites regionales y hemisféricos, por lo que se podría tratar de un personaje… una figura pública, que a estas alturas del tiempo ha trascendido fronteras y continentes, a tal punto que podríamos estar hablando de un ser universal que está haciendo historia; una persona con ciertos dotes en cuestiones de dominio de ideas que tuvo el privilegio de tener como padre a Don Armando Bukele Kattán; tal palo tal astilla dice el refrán. Los Bukele Salmán llegaron a El Salvador en los años veinte (eran tres hermanos) con eso del fin del sultanato y del Imperio Otomano por parte de los franceses, italianos, y británicos. Se dice de ellos que son de origen palestino, pero en aquella época todos venían con pasaporte Otomano (o la mayoría), de ahí que en Latinoamérica les llamemos turcos a todos los inmigrantes que llegaron, o quizás sigan llegando, del Medio Oriente. Cualquiera sea el caso, si hacemos una pequeña búsqueda sobre la influencia de la familia Bukele en El Salvador, nos estaríamos dando cuenta que a lo mejor hubiésemos necesitado más familias como los Bukele para enderezar este pequeño país de la América Central, esta es mi modesta opinión. Pero los Bukele no han sido los únicos seres venidos de lejos que han contribuido al desarrollo de nuestro país. También tuvimos otras etnias que se fueron sumando con el paso del tiempo a nuestras realidades: alemanes, judíos, sirios, ingleses, americanos, italianos, chinos, etc. Da gusto y alegría tener un presidente como Bukele, con sus aciertos y desaciertos, no soy yo quien va a poner en tela de juicio sus actos, sus diligencias y sus negligencias, pues yo no vivo en El Salvador. Tampoco estoy interesado en convertirme en uno de sus propagandistas y aduladores que existen en Internet, y quienes viven de monetizar en los canales de Youtube en nombre de Bukele, lo digo con el debido respeto por que de algo hay que vivir, ya que no sea vivir de la delincuencia y la criminalidad; no soy apologista de ningún político, pero vayan mis más sinceros respetos para la persona de Nayib Bukele. Tampoco tengo la necesidad de desearle suerte, porque sé que va por el buen camino, pese a las críticas duras, tanto fuera como dentro del país. No soy yo quien votaría por Bukele ni Trudeau, ni siquiera por Obama, o quien se me presentase como el próximo presidente que viniese a solventar mis problemas existenciales o financieros aquí y ahora y de una vez por todas; eso lo tengo claro, más que el agua, pero tengo que reconocer, al mismo tiempo, que todos ellos son seres respetables que el destino los ha llevado a ser parte de un legado que sólo el tiempo se encargará de redimirlos o condenarlos. Sin embargo, tengo que decir que Bukele se presenta como un paladín de la justicia en relación a la seguridad con eso que tiene que ver con las “maras salvatruchas” y otros grupos delincuenciales que pululaban en todo el territorio; los mismos que habían comenzado a importar violencia y sistema de extorsión en nombre de las mafias y grupos criminales organizados en contubernio con los narcotraficantes y carteles de todo origen, que son (o eran) quienes, por último, habían estado dirigiendo, subrepticiamente, las políticas de estado, junto a los gobiernos de turno. Espero no estar exagerando en este punto.
El impacto de la aparición de Bukele en la arena de la política internacional nos ha movido el tapete. Bukele ha oscurecido, a mi ver, la imagen positiva con la cual ciertos presidentes quisieron hacer irrupción en la política. Amlo y Petro son dos víctimas del método Bukele, en el sentido de que ambos no han podido lidiar con los problemas de seguridad en sus respectivos países, por más que mastiquen chicle (junto al pueblo) y quieran parecer y aparecer como hombres “cool” de la política de hoy. En cambio, Nayib Bukele, a la ayuda de su ya fallecido padre Don Armando Bukele Kattán, fue preparando su llegada a la cabeza del gobierno salvadoreño de manera disciplinada y dentro de lo que conocemos como los principios del imperio de la ley y la meritocracia, pero sin vivir de la política ni el Estado, como es el caso de Amlo y Petro. No nos equivoquemos tampoco en este punto; sé que habrá apologistas Amlianos y Petristas que saldrán a rezongar de mis declaraciones un tanto atrevidas, pero el que no arriesga pierde. En el fondo de todo, casi todos nuestros líderes son unos “irrepresentables”, por más que se vistan de seda y corbata. Amlo, a mi ver, debería de dedicarse a la “real politik” y no a la catequesis; y Petro debería dedicarse a resolver los verdaderos problemas de los colombianos, y no salir de giras a evangelizar sobre los cambios climáticos, mientras contamina la esfera celeste con sus múltiples viajes; él no es un científico del medio ambiente, ni mucho menos un activista a la Greta Thunberg (lo único que tienen en común es que sufren del síndrome de Asperge, según las malas lenguas picantes de Youtube). Si algo Gustavo Petro es, no es otra cosa que un ex guerrillero que aspiró a convertirse en presidente; hele aquí. Amlo pasó criticando a medio mundo antes de llegar al palacio de gobierno: Zedillo, Fox, Salinas de Gortari, Calderón, Peña Nieto, y ahora que está en el poder se le arruga la cara y entra en berrinches cuando lo critican. ¿En qué quedamos? ¿Unos son criticables y otros no? ¡Cuidado, no nos equivoquemos! También Bukele es criticable en tanto líder, pero es tanto más respetable que muchos de ellos, y menos hipócrita. También Bukele se zarandeó por todas partes antes de fundar Nuevas ideas. Comenzó su carrera política en el seno de la FMLN porque todos pensábamos que solamente el FMLN representaba al pueblo salvadoreño, graso error; mientras que los otros partidos, se rumoraba, eran de corte oligárquico o de tendencia pro USA, pero el tiempo probó y comprobó lo contrario, al menos en parte. No nos olvidemos que, en el caso del conflicto armado en El Salvador, al fin de cuenta, no hubo ganadores ni perdedores. Y que, por fin, ambos bandos se tuvieron que replegar, luego del acuerdo de Chapultepec, con la única esperanza de darle una oportunidad a la democracia, esa democracia que tan demacrada se encuentra, o se encontraba, en el caso del Salvador. Bukele fue madurando en tanto estratega en lo que se paseaba por todo el espectro político. Más tarde, ya como presidente oficial de la república en cuestión, ha tenido sus aciertos y desaciertos, es verdad, pero no ha dejado a nadie indiferente. Uno de los principales problemas de El Salvador era, sin lugar a dudas, el de la inseguridad, lo que mantenía la economía casi por los suelos (casi estancada) y al pueblo salvadoreño en vilo día tras día. Hubo purgas de lado a lado, pero nadie, entre los gobernantes de turno, fue capaz de sobrellevar el sobrepeso de la violencia y la delincuencia en todo el territorio nacional. Tanto la derecha como la izquierda le habían fallado a la ciudadanía, hasta que tuvo que aparecer, finalmente, a raíz de ello, un hombre no tan convencional como pasional, pero, valga la contradicción, con firmes convicciones y decisiones sólidas de hombre de Estado, a quien muchos critican, es cierto, pero muchos otros más le respetan y veneran. Las encuestas lo posesionan como el próximo nuevo presidente a reelegirse por un segundo mandato, mientras que los partidos tradicionales siguen con sus rencillas históricas, y sus cizañas ideológicas; no digo que no tengan sus razones. Nos guste o no nos guste, Bukele es el hombre que pide la mayoría, no obstante, la historia nos ha mostrado, una y otra vez, que también la mayoría se puede equivocar en un momento dado, y en cualquier lugar. Ojalá que este no sea el caso. Sólo espero que esta vez el pueblo salvadoreño esté a las alturas de su tiempo.
XIII
Ya como entrando en la recta final, en relación a mi crítica constructiva al todavía joven Nayib Bukele, al igual que Don Armando Bukele Kattán, el padre ya fallecido de vuestro insigne presidente, quiero también aclarar y destacar ciertos conceptos que, a mi juicio, puedan ayudar a mejor entender mis tentativas de querer hacer una crítica no destructiva sino más bien constructiva, que ayude de una vez por todas a mejorar la situación socio-económica y cultural del pueblo salvadoreño, consolidando así su ya buena y aceptada imagen hacia afuera y dentro del territorio nacional. Por eso, antes de concluir, quiero señalar algunas cuantas notas que no quiero dejar sin mencionar y que creo que son importantes destacarlas. Ahí les van…
- ¿Por qué todo el mundo está pidiendo un Bukele en sus respectivos países, y no otro dignatario de nuestro hemisferio, y más allá de éste? Esta es una pregunta que vale la pena contestar en aras de la verdad, pero de manera sincera, honesta, y desinteresada, y sobretodo con dominio en el tema de la gobernabilidad, al igual que un egresado en Ciencias Políticas, o disciplinas conexas. Me permito hacer la pregunta, mas no sé si tenga la respuesta, por lo tanto, me abstengo y me abstendré.
- Hay una palabra (más bien un prefijo; un morfema) que me molesta y la encuentro hueca: “Mega,” que quiere decir “Enorme.” Mega Estadio, Mega Biblioteca, Mega Puerto, Mega Farmacia, Mega Puente, Mega Canal, Mega Complejo, Mega Byte, Mega Fiesta, etcétera. Habría que ver por qué los políticos de hoy se empeñan y obsesionan con esta monótona palabra. Quizás lo que les espera sea una Mega derrota (no me refiero a Bukele, pero si fuese el caso por qué no). La corrupción en América Latina ha sido uno de los principales problemas a combatir. El Salvador no ha sido la excepción.
- Habría que ver al final de cada año fiscal quién contribuye más a la sostentabilidad económica de cada país en Latinoamérica, pues cómo decimos en nuestras tierras, es fácil saludar con sombrero ajeno. Es importante tener bajo control, lo más transparente posible, las arcas del estado. Si bien buena parte de los gastos públicos viene de afuera, lo que conocemos como remesas, el producto bruto interno debería siempre rebasar el externo. A esto hay que añadirle todo el capital que entra en materia de ayuda internacional, ya sea por medios de instituciones bancarias, instituciones civiles, organizaciones no gubernamentales, lazos de amistad de gobierno a gobierno, o de otra índole. Esto sin mencionar las inversiones tanto nacionales como extranjeras, que son tan necesarias para que un país se desarrolle.
- Las estrategias de los políticos pueden variar de acuerdo al personaje o al “personalismo” de cada quien, todo va depender de cómo se muevan las aguas en cada situación. En el caso de Bukele, se le han criticado o señalado algunos desmanes o rasgos pro dictatorial que pueden o no ser cuestionables (clientelismo, nepotismo, etc.), pero lo bueno y positivo que tiene Bukele -y he ahí mi admiración hacia él- es que se sabe defender de todas esas fuerzas oscuras que quieren y buscan menospreciar o eclipsar sus buenos resultados en sus gestiones administrativas. Ya dije, no todo es color de rosas en relación a Bukele, pero si nos entregamos a un estudio minucioso de la historia salvadoreña, veremos con un gran sentimiento de alegría (aún siendo un poco escépticos e incrédulos al respecto) ese gran salto cualitativo con que la sociedad salvadoreña ha sabido superar sus graves problemas de los cuales padecía, trascendiendo así a su propia problemática, a la vez que se irán abriendo nuevos caminos, nuevos retos, que le permitirán mejorarse desde muchos puntos de vista hacia un futuro más viable y más sustentable en puros términos democráticos y republicanos. La idea, después de todo, es resolver los problemas de envergadura, esos mismos problemas que a veces se vuelven crónicos, y que a la larga se vuelven difíciles de subsanar.
- Es cierto también que no podemos comparar los años previos a la irrupción de Nayib Bukele en la realidad política de El Salvador. Las redes sociales y la generación de los milenios han contribuido a este inesperado cambio de mando y administración. La ayuda internacional y la aprobación de la Diáspora salvadoreña principalmente en los Estados Unidos de América, ha sido notoria. Las giras al exterior donde ha buscado lazos de cooperación con países amigos, le han aportado una gran suma de incentivos, una gran cantidad de todo tipo de ayuda que ahora se hace visible a través de los proyectos que todos hemos sido testigos. Pero, sobre todo, el buen carisma y la facilidad de comunicación con la cual se dirige a nacionales y extranjeros, ha colocado a Bukele como el líder más querido y respetado de las Américas y del mundo. Uno de mis favoritos postulados bukelianos es aquel que reza de esta manera: “allá donde nadie roba, alcanza para todos”
- Vuelvo a lo mismo, mientras sigamos siendo súbditos de los satélites de aquellas naciones que dominan en lo geopolítico y lo económico, nunca (jamás) podremos decir, afirmar desde la conciencia y el corazón, que somos libres e independientes. Mínimamente podríamos vivir agradecidos y colaborar con estas potencias, pero no podríamos llamarnos, de ninguna manera, naciones soberanamente libres. No olvidemos que el petróleo de Venezuela, con sus petrodólares, se fue infiltrando en todas las esferas del poder en América Latina y el Caribe, a la ayuda del régimen de Cuba, que es lo que se conoce hoy en el mundo como El Castro-Chavismo. También Venezuela estuvo a punto de comprar un asiento en el consejo de Estado de Las Naciones Unidas con sus lingotes de oro (según rumores periodísticos) en los tiempos de Hugo Chávez, para desde ahí poder tener dominio de las decisiones internacionales, y junto a China, Rusia, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, poder dictar, más bien subyugar a los pueblos de América Latina en su conjunto. Es justamente eso lo que quisieron (o han querido) instalar, en América Latina, el Foro de Sao Paolo y el Grupo de Puebla para llevarnos al socialismo del siglo veintiuno.
XIV
Estas son mis conclusiones y visiones futuras para El Salvador e Iberoamérica, pues para mí, Brasil, este país lusitano, es parte integral de nuestras Américas. No podemos ver con desdén esta patria Grande, este país hermano. Si vamos a sobrevivir bien todos en esta vasta región y en estos tiempos apocalípticos (no quiero ser fatalista de ningún modo), tendrá que ser de una manera fraternal, sin distingos de ningún tipo, pues Brasil sufre también muchos de los mismos problemas que sus países vecinos: corrupción, inseguridad, pobreza, falta de educación, desempleo, etc.
Estas nuevas generaciones de hombres y mujeres tienen que concentrarse en cada uno de los aspectos que hemos venido exponiendo desde el comienzo de este escrito. Para ello la educación integral tendrá que jugar un papel vital en aras de poder conseguir sociedades más sanas, a diferencias de aquellas de las cuales hemos dependido en el pasado. Con el advenimiento de las nuevas tecnologías súper avanzadas, ha habido, mejor dicho, hemos sufrido un descarrilamiento social que se ve reflejado en la familia. En Occidente, el seno de la familia, como institución, y la religión (o religiones) están bajo ataque, no lo digo yo; todo esto es según estudios avezados, llevados acabo por individuos con especializaciones específicas, cada quien desde su campo o disciplina de conocimiento: sociólogos, historiadores, filósofos, economistas, lideres políticos, intelectuales, entre otros agentes e instituciones de alto relieve.
Ya para cerrar, no con broche de oro, sino con mis propias dudas, miedos, inseguridades, incertidumbres; pero también con mis más sinceros deseos de que haya un proceso de auto superación desde nuestras más iluminadas y aleatorias esperanzas de unidad, por lo que mi último mensaje, al pueblo salvadoreño y a la América Hispana y Lusitana, en general, es el siguiente: Construyamos juntos un mejor porvenir para consolidar nuestros más genuinos sueños de libertad, evitándonos así volver a cometer los mismos errores del pasado. No olvidemos, para terminar, que la historia respira y expira frente a nuestras propias narices, y que en la vida de todo ser hay olores buenos y hedores desagradables; eso lo sabemos. Que hay gente que consume ajo y cebolla (familia de los bulbos) por cuestiones de salud, más allá del sabor o del placer, mientras que otros se abstienen de ello por eso del mal hedor o el mal aliento que despiden, aunque a la larga sólo aquellos que los ingieren sobreviven un poco más al tiempo que nos gasta y desgasta, ese tiempo que nos tritura hasta deglutirnos infinitamente, y así llevarnos a un nuevo plano de nuestro existir, que no es otra cosa más que un recuerdo dulce o amargo de lo que fuimos antes de morir, aunque mientras vivamos (porque vida siempre habrá) valdrá la pena siempre luchar por lo que nos hace libres y felices.
Dios, Patria, Libertad
Montréal, Québec, 2022-2023
Los Ángeles, California, febrero del 2024
Última revisión (verano 2025)